jueves, 22 de octubre de 2015

Poder y contrapoder en el siglo XVIII

Bienvenidos sean todos estos navegantes que hoy, en la infinidad y relatividad del día, han encallado en esta frondosas e inefables aguas de la red. Normalmente, los enlaces que son expuestos libremente en este blog están envasados en el ámbito de la Literatura. Como ya he dicho en alguna ocasión, la influencia que la Literatura genera en los actos humanos o, como los pensamientos y creencias de las personas arraigan profundamente en el "ser" de la Literatura es algo sencillamente mágico y espectacular. Y como tal, este portal se dedica gustosamente a mostrar, de una forma leve, claros ejemplos de este magnífico espectáculo humano y literario. Sin embargo, en esta ocasión voy a hablar de un tema el cual, quizás, no siga las huellas del sendero que, normalmente, suele seguir la temática de este blog. En esta ocasión, voy a hablarles del Poder y contrapoder en el siglo XVIII. Esta entrada
es a consecuencia de la conferencia dado a manos de José Luis Villa Cañas , siendo recibido con ánimo en las instalaciones de la UCA (Universidad de Cádiz).  Pero antes de comenzar, creo necesario marcar una introducción sobre qué es el poder contrapoder.

En primer lugar, hay que entender como poder como el acto de gobernar una nación y a todo el conjunto de entes o exponentes los cuales, mantienen una administración de un estado o país; o en algunos casos alrededor de la historia, la administración o mandato de un imperio. Constantemente, hemos visto el poder en manifiesto en los largos e impactantes sucesos de la humanidad. Por otro lado, hay varios tipos de poder, como el "poder absoluto" el cual toda institución de mandato reside en una solo persona, como en el caso de los reyes o emperadores en la historia, o el "poder repartido" o como es más conocido: el reparto de poderes. En la cual el mandato y gestión de un estado está custodiado por una serie de personas, normalmente elegidos por los ciudadanos, que posee un poder administrativo ilimitado; es decir, su poder reside una serie de determinadas tareas. Sin embargo, no hay que pensar que este orden estatal reside sobre un irrompible orden, para esto está el llamado contrapoder el cual, es el acto de manifestarse sobre el orden establecido si éste propicia al descontento del pueblo.

Para comenzar, durante el siglo XVIII, el poder estaba sustentado en los reyes; en general, en la aristocracia. De hecho, la visión aristocrática enfocada hacia el pueblo, poseía una notable pretensión del imaginario de "la mujer". Este imaginario, mencionado ingeniosamente por José Luis Villa Cañas, se interpretaba por el hecho de que el pueblo, al igual que la perspectiva que se tenía de la mujer en ese siglo, era una entidad de la cual, no se podía sacar ideas claras y muchos menos ingeniosa o innovadoras  en pos a la mejora progresiva del estado; por lo tanto, ¿por qué escucharlo?, y mucho menos, ¿por qué tenerlo en cuenta?. Pero, no hay que olvidar, que las injusticias, en cualquier época, son acumuladas en estallas precipitosa y fuertemente en forma de contrapoder.  Este tipo de actos se puede llegar a observar claramente en el acto llevado en 1766 en Madrid, el motín de Esquilache . Dicho movimiento popular fue a consecuencia de los abusos de poder ejercidos vilmente por el primer ministro del rey Carlos III, el marqués de Esquilache (Leopoldo de Gregorio).
El motín de Esquilache de Goya. Fuente: Google

A este marqués se le atribuyen actos como la reducción y la falta de pan, la disminución de rentas,  o la prohibición de algunas vestimentas tradicionales. De esta manera, más de 3.000 personas se presentaron en la plaza entonando, con atronadores voces, el exilio del marqués. Tras una dura lucha, ocurrió algo inimaginable, ya que el rey, para evitar más esa nefasta imagen y evitar que durase más dicho conflicto acepto lo que el pueblo pedía, adjudicó un exilio al Leopoldo de Gregorio. Una vez conseguido el objetivo, los ciudadanos se fueron felices y apaciguados a sus hogares.

 Durante este motín ocurrió algo impensable, cito textualmente el artículo de Villa Cañas, El rey es su prisionero. Es decir, por muy autoritario que fuese un cargo, olvidaron la gran "institución natural" que presenta "el pueblo". Así, también, extrayendo ideas expuestas en el artículo de dicho exponente: las personas se convirtieron en "un cuerpo uniforme" el cual eran gestionados y administrados concienzuda y sabiamente. Dejan de ser un grupo falto de actos políticos, a ser verdaderamente llamado "el pueblo" un ente poderoso capaz de perturbar y destruir cualquier institución administrativa. Aquí vemos una comparación clara del como el concepto "imagen" ha estado presente en dicho motín. De la misma forma que los político o como también se llaman "actores" dependen del ciudadano, ya que éste es quién constituye su entidad de poder, el rey también se vio tendido ante el carácter crítico del pueblo; es decir, tanto los "actores" contemporáneos como el rey dependían de la imagen dada hacia el pueblo. 

Otro aspecto importante, es el papel que juega la Iglesia, el papel de guía espiritual y moral que, ante todo, calma y armoniza al pueblo. Aquí vemos un comparación clara entre Iglesia y Medios comunicativos. Actualmente, los ciudadanos se tumban tranquilamente en la hamaca de la "opinión mediática"; así, estos cuerpos generan un especial influencia en los ciudadanos y en "el pueblo" en el siglo XVIII. Además, durante el motín de Esquilache, tal y como menciona Villa Cañas, las cortes se introdujeron sutilmente y cuidadosamente en la plaza para saber que era lo que deseaba el pueblo. Aquí podemos observar el especial interés que, las instituciones deseosa de integrarse en el poder estatal, tiene sobre las necesidades populares. Como se decía en el imperio romano: Pan y circo para el pueblo.  Ahora pregunto: ¿ésto no es observable también en la actualidad? Todos los partidos políticos están deseosos de obsequiar las necesidades que los ciudadanos piden, con el fin de pulir adecuadamente su "imagen". De esta misma forma, las cortes estaban deseosas de saber que es lo que deseaba el pueblo con el fin de apaciguar su furia. 

En conclusión, podemos observar la existencia de una fuerte relación de poder y contrapoder, tanto en el siglo XVIII como en la actualidad. De la misma forma, el rey, siendo presentado como un "actor político", se preocupa de su "imagen" y se esfuerza por abrillantarla. Por otro lado, las cortes, deseosas del conocimiento por las necesidades populares representa el interés internos de todo partido político o institución administrativa estatal de las necesidades populares. Por último, la figura guiadora de la Iglesia representa los medios comunicativos que guían y propician, en determinados aspectos, el pensamiento y opinión de los ciudadanos. 

"Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado un poco" (Napoleón Bonaparte). 

No hay comentarios:

Publicar un comentario