sábado, 24 de octubre de 2015

El virus de la lectura.

Mientras me recuesto en el respaldo de mi silla, voy divagando sin prisas en los confines y más remotos entresijos de mi mente la cual, al igual que un niño que, con grandes frustraciones, ha aprendido a andar, se mueve sin ton ni son con pasos inquietos y poco seguros. Con un doloroso esfuerzo, agarro firmemente aquél conjunto de páginas enlazadas una con otras, bañadas concienzudamente como miles de palabras las cuales, generaban una cadena cuyo lenguaje era legible. A medida que seguía el camino, bien marcado por las estrepitosas cadenas, sentía un dolor inefable el cual, me obliga a permanecer sentado, ya que corría el riesgo de perder mis fuerzas. Un sin fin de estornudos y una estela, casi incalculable, de papeles usados, marcaban el compás de esta

sinfonía matutina; mientras, acunado en el rescoldo imaginario de una manta, sentía el tibio e interesante tacto de la pasta de aquel objeto. A cada segundo, a cada huella insertada por mis dedos en esas débiles páginas, sentía que mi estado de salud empeoraba. Cuando me quise dar cuenta, estaba atrapado en un baile eterno entre la música entonada por mi delirio y la hipnótica danza llevada por el vaivén de las páginas. Ya no tenia escapatoria, bajo el frío y triste llanto de mis seres queridos, solo me quedaba asumir mi triste destino, un lector más que había caído en las sutiles y atractivas garras del libro. Pude escuchar, una voz proveniente de alguien al que jamás había escuchado. Éste, con voz ronca, le decía a mis padres: no hay nada que hacer, como muchos otros antes que él, ahora está atrapado. Lamento decirles que, todavía, no se ha patentado la cura para esta enfermedad. Sin duda, éste virus se está haciendo más y más peligroso.

Hoy, queridos navegantes de la red, me gustaría hablaros sobre un tema del cual, he llevado bastante tiempo pensando. Seguramente, habréis notado, en las innumerables calles de vuestra vida, que la lectura no es precisamente el hobbie por excelencia. Por el contrario, es considerada para algunos, como un acto solo llevado a cabo por personas "raras". Esta comparación siempre me ha causado una peculiar gracia, como, en la actualidad, rugimos una devastadora burla a aquél, que inocentemente, busca más senderos que la vida real y como, es lógico, la encuentra en las grandiosas aventuras de la literatura. O simplemente, como la sociedad de hoy arremete contra cualquier impulso de cultura.

Originariamente, el valor y la cualidad de "leer" solo era encontrado en la concisa mente del clero. ÉL, tras años de práctica, aprendía a descifrar ese conjunto de símbolos insertados en un sin fin de páginas. Si alguien, necesitaba, tanto "escribir" como "leer" algún escrito, era, no solo normal; sino, necesario, acudir a un monje el cual, "traducía" ese galimatías. Más adelante, a partir del siglo XIV, comenzó a integrarse una serie de escritos provenientes de Oriente sobre la cultura del mundo antiguo, en especial de escritos filosóficos y de más. Ésto, no sólo generó una atrayente por la obtención de libros; sino, que, además, impulsó a la aristocracia por su afán en aprender a "leer". No hay que pensar, tras este acontecimiento, surgió la "lectura" social. Totalmente alejado de la realidad. Sin embargo, es irrelevante el impulso que generó dicho acontecimiento. Pasarían varios siglos antes de que "el pueblo" fueran integrado a este mundo de lectores; sin embargo, tras muchos esfuerzos fuimos obsequiados con una de las armas más poderosas y, sin dudas, decisivas para nuestra liberad, la lectura y escritura. Durante muchos siglos, el noble, a depositado, bajo un alarde de soberbia, extensas e inacabables burlas al aldeano. ¡Cuantos engaños engendrados en la inocente mentalidad humana!. Es indiscutible la importancia que ha tenido la lectura durante toda la existencia humana. Como se ha mencionado anteriormente, dicho poder, solo estaba a manos de la élite de la sociedad. Cierto es que el dinero, gran gobernante, generaba una notable y gruesa línea divisoria entre los dos grupos; sin embargo, no hay que dudar que la mayor riqueza, esta en la mente. Como decían los griegos, lo verdaderamente valiosos es la mente, la virtud; así, el poder que puede liberar la mente es un brillo capaz de desintegrar riquezas enteras. Dicho conocimiento, también les era otorgado a este grupo, engordando de una forma aún más veraz esta linea.

Pero, dejando a un lado la utilidad cultural que tiene dicha lectura. ¿Qué hay del valor emocional que puede llegar a contener un libro?. Algunos pueden emocionar, otros pueden hacerte estremecer de una forma casi inimaginable: otros, quizás, te hacen enamorarte perdidamente del sonido de sus páginas. Cada libro, puede transportarte y hacerte vivir una cantidad impresionante de vidas y experiencias. Y en, algunas ocasiones, hacerte olvidar otras... Todo esto, lo posee un simple montón de páginas bañadas con una infinidad de palabras. ¿No es algo sumamente mágico? Así. no llamemos a esos amantes de libros "raros", llamadlos "aventureros", buscadores de nuevas experiencias que se impregnan generosamente entre las palabras y versos encadenados a un libro, personas deseosas de sueños y que, incluso, laguna de sus noches aún sueñan con pasar una página más. Llamadlos lectores.
Ilustración artística sobre la lectura. Fuente: Google

"Un lector vive mil vidas antes de morir, el que no lee, solo vive una" (Jojen Reed)

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